domingo, 15 de mayo de 2011

ESPERANZA


El rumor tembloroso de un silencio

Acechaba tenuemente mi infortunio

Mientras leo vigoroso tus silencios

Adivino que no anda lejos mi desdicha


Ya no reparo en vos, sino en las otras

Que las comparo toscamente con tu brisa

Llegaste repentina en el momento

Cuando el zumo denso que da vida

Acababa lentamente con mi dicha


En mi cuerpo acostumbrado al sufrimiento

Con tus letras oblietastes mis heridas

Coloreando mi pálida faz, me despertaste

Otorgando sutilmente, esperanza a mi desdicha



lunes, 2 de mayo de 2011








Romualdo Cifuentes de la Vega Baja regresaba a casa después de un azaroso día, había estado en la parada de autobús esperando durante más de una hora, y este cuando por fin llego, estaba tan repleto de viajeros que tuvo que entrar casi a presión en el habitáculo. El era un tipo bajito, delante de sus ojos en esa aglomeración, su corta estatura hizo que los grandes y vigorosos pechos de una rubia peliteñida estuviesen a la altura de sus ojos durante el largo recorrido al hogar, un hogar que durante el trayecto parecía que reposaba en esa conjunción casi perfecta entre el cielo de dos montes bien sembrados.

En ese estado de visión periférica llego casi sin darse cuenta al final del trayecto de ese día, cuando bajo del autobús sus visiones se iban y se venían como las nubes empujadas por un fuerte viento del sur, sobre todo cuando recordó como su cara se tatuó entre el vigoroso parachoques de los mullidos pechos de la rubia cuartelaría, cuando el conductor con dudosa intención, tuvo que frenar al llegar a un paso de peatones, del cual, de una manera inverosímil no cruzaba nadie.

En ese instante, con la habitualidad forma de apuntar sus pensamientos , introdujo su mano en el bolsillo de la chaqueta y la sorpresa le vino de pronto, empezó a manipular todos sus bolsillos y se dio cuenta que allí faltaba algo, no lo podía creer, tenia las llaves de casa, su cartera con el dinero y la documentación estaban intactas, el teléfono móvil y el bono-bus reposaban placidamente en sus bolsillos, pero lo que mas valor tenia para el, se lo habían arrebatado, el cuaderno donde apuntaba sus grandes ideas del día, el lugar donde plasmaba sus pensamientos mas íntimos, esas hojas en las cuales podía ser el mismo sin miedo a la censura de sus propias ideas, le había sido expoliado sin ningún miramiento.

En aquel atestado autobús le habían arrebatado lo que mas valor tenia para el, su cuaderno de notas.

Con aquella llave, el intruso ladrón podría entrar en su mente y por lo tanto en el mismo, en ese momento sintió como si alguien en la distancia estaba violando sus sentimientos mas profundos, sus ideas mas increíbles y la mas duro para el era que alguien podría ver la forma de amar a su Maria.

Sentía que alguien la podría amar como el, si el atracador conseguía entender el jeroglífico que era aquel cuaderno de notas desordenadas.

Tener a un amante lascivo entrando en sus pensamientos para enamorar a la chica de sus sueños, era lo más doloroso que podía pasar en ese desgraciado día.

Ya en casa, en un instante de introspección, pensó que hoy había cavilado poco, y eso le sirvió para sentirse algo mas tranquilo, reflexiono que solo eran las notas de un día, y eso le tranquilizo antes de empezar a reescribir todos los pensamientos del día en un nuevo cuaderno de bitácora.