domingo, 3 de julio de 2011


Era tarde, la noche se echaba apresuradamente y había que buscar refugio, los lujosos cajeros automáticos con calefacción de los bancos con puertas abatibles empezaban a escasear, la novedosa costumbre de poner cajeros en las fachadas habían eliminado parte de su hospedaje nocturno

Pensaba que la vida empezaba a ponerse incomoda, antes tenia un refugio seguro cada noche de invierno, y ahora la búsqueda diaria de hospedaje, estaba eliminando lentamente la esencia de ser un desposeido

Hacia tiempo que un día decidió echarse a la calle, la imagen de ser un desposeído nunca había entrado en sus planes, la verdad es que nunca entraba en los planes de nadie ser un desposeído, pero las circunstancias que le llevaron a ese lamentable estado estaban impresas a modo de tatuaje en su cuarteada piel.

Una promesa rota, un caudal de emociones destrozado, despedazado, destruido, borrado y eliminado, le hicieron desertar de la vida y dedicarse a morir lentamente entre los cartones de frigoríficos “No frost” y hornos piroliticos,

El siempre había sido un tipo con clase, y los cartones de dudoso origen chino no entraban en su estatus, desposeído -SI- pero con clase, siempre arraigado a sus costumbres de vivir con lo mejor incluso en el peor de los casos, por eso siempre le gustaba guardar sus cosas en bolsas de Dolce –Gabbana, Donna Karan o similares.

Aquella tarde noche, mientras acomodaba su cuerpo entre los periódicos caducos de varias publicaciones, recibió un escueto mensaje en su móvil de quinta generación…

“Mañana no te acordaras de nada”

Lentamente como una secuencia “Cinefila Bogartiana” Saca de su bolsillo un cigarro, lo enciende con lentitud y parsimonia, le pega una amplia calada, exhala el humo haciendo un circulo perfecto, respira hondo, y mientras su mente en voz baja pronuncia palabras a modo de tantras sin sentido aparente, las palabras sarcasmo y crueldad tomo un nuevo significado.




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