PODERES
Cuenta la leyenda que cada siete años cuando la luna llena coincide en jueves, en un determinado día de agosto, si subías en la noche por la senda que marcaban los rayos de luna a la cumbre del monte perdido, podías morir para renacer, mismo cuerpo pero con diferente interior.
Con la bulliciosa idea el señor Melquíades ejecuto el rito de la leyenda al pie de la letra, y aquella noche los astros se conjugaron para facilitarle una nueva personalidad.
Días antes de la aventura tenía que decidir en que se quería convertir, y después de muchas peregrinas ideas de sicopatia, decidió, que quería convertirse en -Mandrinador de sueños-.
De esta manera pasaría inadvertido a modo de los cercanos, pero el poder que podría tener si le fuera otorgado ese don seria de insospechado calado.
La primera noche después del sortilegio decidió probar si era real ese ansiado don que había deseado, y se introdujo en los sueños de la vecina del quinto, de una manera sutil navego por los secretos mundos de la vecina, y en ellos, descubrió el camino que regia su mundo.
A la mañana siguiente cuando se encontraron en el rellano de la escalera, ella le miro de una manera diferente, fue más amable de lo habitual, y le sorprendió cuando ella acepto la invitación de ir a tomar un café esa misma tarde de agosto.
Parecía que el poder de sus deseos habían llegado a poseerle, y en ese estado, se sentía como un súper héroe con poderes ocultos.
A lo largo de las siguientes semanas exploro cada noche todas las mentes de la personas que conocía, su exploración no tenia fronteras, los limites eran las horas nocturnas; El frutero, la señora del pescado, su profesora de ingles, los compañeros de trabajo.
Todos eran explorados por Melquíades,
Con el paso del tiempo cada vez fueron mas las horas dedicadas a introducirse en las mentes de otros, el tiempo libre del cual disponía Melquíades lo dedicaba a sus poderes, las comidas se fueron espaciando y las noches sempezaron en prolongarse en exceso, Las consecuencias no se hicieron esperar y en pocos meses se había convertido en una sombra de si mismo.
Aquella mañana se despertó en una cama extraña, las blancas paredes no le resultaban familiares. Por un momento pensó que estaba embutido en un sueño con aires de cierta realidad, pero al intentar izarse de la cama y sentir que unos correajes le impedían cualquier movimiento, se dio cuenta que aquello podía ser una realidad o un sueño real, en ese estado de dudas, pensó que la mejor manera seria esperar hasta despertarse de esa irrealidad.
El sueño se prolongo en exceso y Melquíades nunca despertó, se pasó el resto de su vida dormido, embutido en una cama, solo, viviendo la vida de otros.
