lunes, 6 de mayo de 2013

ANTONIO




Antonio era un hombre normal, tan normal como su forma de vida. Un día descubrió cuando cogió una gripe que la medicación que le recetaron le hacía sentirse un ser  diferente. A partir de entonces se auto medicaba para convertirse en un ser de rango variable. En un loco controlado. En su nuevo estado la vida empezó a cambiarle lenta pero continuadamente.
Un día pidió unas pastillas con ciertos componentes psicóticos a través de internet y los efectos secundarios después de sentir su cabeza como un derviche turco  se podían adivinar al ver su masculinidad. Antonio se aficiono a mas medicamentos extraños, con el tiempo se hizo todo un experto, y hacia pócimas cual alquimista para encontrar todo tipo de efectos secundarios.
Un día me confesó que quería dejar huella en la vida de alguien, que antes pisaba la vida de puntillas, y que  ahora toda su pisada era contundente y dejaba surcos al caminar.
Ayer le fui a visitar a su “Galería de arte” –como a  él le gustaba llamarla. El submundo que le rodeaba era su mundo actual, y las locuras de los que le rodeaban eran los mundos naturales para él. Creo que lo entendió todo mal, que no supo discernir entre realidad y ficción.
Lo extraño es que parecía feliz.




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