domingo, 9 de noviembre de 2014

                                   


                                  TIEMPOS  DE  CRISIS



Aquel pueblo no tenía ningún interés, lo único que atraía a turistas era la imagen de Bartolomé; Un anciano centenario que le había sumado una quincena  más a su existencia, hacía muchos años que la gente venía al lugar en busca de la larga existencia de aquel hombre, unos decían que era la dieta, otros que la genética, los vecinos del pueblo por el interés de las divisas que traían los turistas, argumentaban que eran los aires serranos que conseguían los efectos en los vecinos de la localidad.
La única realidad era que Bartolomé en toda su vida no le había había sido un vago por antonomasia, y su cuerpo estaba básicamente sin gastar, pero claro, esa realidad no vendía, y en las épocas de crisis cualquier recurso era bueno para atraer visitantes al lugar, y actualmente el mejo activo del pueblo era ese.
Aquella mañana sonaron todas las alarmas, la prima de riesgo se disparo y los activos financieros se estrellaron con el muro de la crisis, el pueblo estaba al borde del abismo financiero.
Bartolomé …había fallecido, el caos hizo que todo el pueblo se reuniese delante de la casa consistorial, el dueño del hotel del pueblo veía negro el futuro que se avecinaba, el bar, alimentado por las visitas de la gente los fines de semana, veían peligrar su futuro, casi todos los vecinos en el pueblo eran afectados por semejante catástrofe.
El boticario en un acto de desesperanza, argumento que lo mejor sería disecarlo y hacer de su casa un museo, así los activos financieros del pueblo no se verían muy afectados, a lo que el cura se opuso vehementemente, argumentando que eso no sería cristiano, y estaría mal visto por el obispado.

El alcalde que era un tipo sagaz, dicto la idea definitiva. Eutimio era el más anciano y tenía que tomar el testigo, a lo que el hombre se negó rotundamente, mascullaba su boca sin dientes, pero el alcalde, como político, tenía el poder, y a partir de ese momento fue declarado en sesión de urgencia con todos los votos a favor el nuevo centenario, y desde ese instante “Era el centenario del lugar”, y como un coro enfervorecido y febril, todo el pueblo al unisonó coreo el nombre de Eutimio, el clamor popular fue unánime.  El nuevo centenario en vista de los acontecimientos acepto su nuevo destino, al fin y al cabo, la inversión por la suma de años era por una buena causa, y de no aceptar su nuevo estatus, la tabernera, su hija, se quedaría en el paro.








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