TIEMPOS DE CRISIS
Aquel pueblo no tenía
ningún interés, lo único que atraía a turistas era la imagen de Bartolomé; Un
anciano centenario que le había sumado una quincena más a su existencia, hacía muchos años que la
gente venía al lugar en busca de la larga existencia de
aquel hombre, unos decían que era la dieta, otros que la genética, los vecinos
del pueblo por el interés de las divisas que traían los turistas, argumentaban
que eran los aires serranos que conseguían los efectos en los vecinos de la
localidad.
La única realidad era que
Bartolomé en toda su vida no le había había sido
un vago por antonomasia, y su cuerpo estaba básicamente sin gastar, pero claro,
esa realidad no vendía, y en las épocas de crisis cualquier recurso era bueno
para atraer visitantes al lugar, y actualmente el mejo activo del pueblo era
ese.
Aquella mañana sonaron
todas las alarmas, la prima de riesgo se disparo y los activos financieros se
estrellaron con el muro de la crisis, el pueblo estaba al borde del abismo
financiero.
Bartolomé …había
fallecido, el caos hizo que todo el pueblo se reuniese delante de la casa
consistorial, el dueño del hotel del pueblo veía negro el futuro que se
avecinaba, el bar, alimentado por las visitas de la gente los fines de semana, veían
peligrar su futuro, casi todos los vecinos en el pueblo eran afectados por
semejante catástrofe.
El boticario en un acto
de desesperanza, argumento que lo mejor sería disecarlo y hacer de su casa un
museo, así los activos financieros del pueblo no se verían muy afectados, a lo
que el cura se opuso vehementemente, argumentando que eso no sería cristiano, y
estaría mal visto por el obispado.
El alcalde que era un
tipo sagaz, dicto la idea definitiva. Eutimio era el más anciano y tenía que
tomar el testigo, a lo que el hombre se negó rotundamente, mascullaba su boca sin dientes, pero el alcalde, como político, tenía
el poder, y a partir de ese momento fue declarado en sesión de urgencia con
todos los votos a favor el nuevo centenario, y desde ese instante “Era el
centenario del lugar”, y como un coro enfervorecido y febril, todo el pueblo al
unisonó coreo el nombre de Eutimio, el clamor popular fue unánime. El nuevo centenario en vista de los acontecimientos
acepto su nuevo destino, al fin y al cabo, la inversión por la suma de años era
por una buena causa, y de no aceptar su nuevo estatus, la tabernera, su hija,
se quedaría en el paro.
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