SIETE DIAS
Son siete días en el camino, dientes de un gran tiburón
blanco mordiendo soledades desgarran las oxidadas estructuras de este
cincuentenario barco que es mi cuerpo, la vejez prematura junto con la lejana
infancia, se congratulan ambas en sentir
la perdida de la edad de la inocencia, por muchas mareas que un barco haya
sentido en su casco, por muchos alisios que hayan empujado mis velas al rio de Caronte, nada será
comparable, con la tormenta perfecta que son las noches sin luna.
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