sábado, 9 de mayo de 2009

EL PODER DE....

 

El poder de…

 

 

                           

                           La humedad rezumaba por lo poros de las piedras, quizás la cercanía del río había conseguido el aspecto grotesco  de las mohosas paredes, había poco que describir.

La celda, a pesar de su aspecto, era el refugio obligado del tiempo futuro.  

 

 

El paso del día a la noche no tenia referencia en la oscura estancia, el tiempo se detuvo cuando aquel día alguien desconocido cerro el pesado portón detrás de si, el lugar se había convertido en todo su mundo,

Atrás quedaron los campos, los olores de la flor de la jara, los caminos con niebla, las noches de estrellas, los amigos, esa hermosa vida que disfruto desde que el sentido le vino a sus recuerdos, pensaba que nada volvería a ser como antes,

 

Una vez al día, por un tenue instante se abría un pequeño ventanuco por el cual depositaban el cuenco de comida, era su único contacto con el otro mundo, el mundo que casi tenia olvidado,

 

 

 

 

 

El negro lugar  iluminado tenuemente por la efímera luz de una candela

Ese momento era aprovechado para descifrar los oscuros recodos de la celda,

Había conseguido vivir como si el sentido de la vista  no lo hubiera necesitado nunca, y  el corto momento de la luz le golpeaba con dureza las pupilas acostumbradas a la oscuridad de su celda.

Tenia un mapa detallado en su mente del lugar, cinco pasos de ancho, siete a lo  largo, el rectángulo era casi perfecto, la altura  de su celda siempre fue un misterio, la luz se perdía en el cielo de su estancia y eso le hacia pensar que el infierno empezaba donde acabaría el cielo de su celda.

 

Adornando con cierto decoro en un lateral de la suit, estaba un jergón de paja mohosa por el húmedo clima del aposento, sus únicos ropajes deshilachados tapaban el saco de huesos que sujetaba su cuerpo maltrecho.

 

 

 

 

El ruido de ese subsuelo, de ese submundo, era insufrible, la nada en forma de silencio absoluto, la nada era su todo, el  grotesco sonido de un amplio silencio, golpeaba en sus oídos hasta hacerle daño, donde estaban los cantos de los pájaros?,  donde estaba el sonido de los arroyos en es mundo cruel? Pensaba en alto en la soledad de su ruidoso silencio, sus gritos ahogados por el grosor de los inmensos muros rebotaban el las paredes para devolverle a una cruel realidad.

 

Hubo un tiempo, en la locura de su soledad, que pensó que tenia el poder de hibernar como un oso cavernario, que si  se dormía profundamente pasarían los meses con la bondadosa facilidad de una noche bien dormida.

Pero al despertar de cada día la realidad le volvía con crueldad a la situación del momento sin cambios. 

 

 

 

 

Un día, un ruido extraño olvidado por el paso del tiempo, golpeo con fuerza el silencio de su soledad, el crujir de las cadenas oxidadas dio paso al ruido chirriante de un pesado portón ajado por el paso del tiempo y por la cruel y despiadada dureza del lugar, una voz ronca, áspera, espesa, molesta, rota por el alcohol, el tabaco y las largas noches de estancias en los sótanos de ese submundo, sonó como un coro de Ángeles celestiales,

 Poeta sin nombre ¡¡ grito, ha llegado tu hora,….ERES LIBRE.¡¡

 

 Y el final de la crueldad llego a su fin, esa pesada puerta se abrió lentamente para dar paso a la luz, su gente, sus amigos, sus pasiones le esperaban al otro lado, en el otro mundo, risas, abrazos, besos, voces, gritos, llantos, algarabía, y al fondo una mirada franca, una voz, una pregunta casi inocente, casi obligada,

Como conseguiste aguantar la soledad de esa celda en esa prisión?

 

 

 

 

 

El mirándole a los ojos le dijo….

 

Nunca estuve solo, todos los días paseaba por los caminos, amanecía con el alba, las aguas del manantial calmaban mi sed, ese mundo fue como otro mundo porque  mi cuerpo encerrado siempre tuvo

 

El poder de mi mente libre



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