miércoles, 22 de diciembre de 2010

EL REGALO


Recuerdo perfectamente cuando la conocí, era un día cualquiera, no era ni muy alta ni muy baja, ni demasiado fea, ni demasiado guapa, el pelo no era ni muy claro ni muy oscuro, eso lo tengo muy definido.

Pero lo de lo que mas me acuerdo era de su olor, era un olor complejo, intenso, algo muy definido, aquella mujer olía a “Vaca”.

No podía ser cierto, una colonia con olor a vaca. Eso podría ser un buen regalo de Reyes

Pensé; Será de muy mala educación preguntarla de donde ha sacado esa colonia

Decidí desechar la idea. Y tome la decisión pensando que la mejor manera de enterarme seria seguirla a todas partes para descubrir su secreto.

Durante unos días estudie todos sus movimientos, incluso empecé a tomar apuntes.

La hora del café de las tres, la zona donde aparcaba su vehículo, los lugares de la compra, las perfumerías que podría frecuentar, pero después de varios días de ardua investigación, no conseguía descubrir su secreto.

Entonces la decisión fue mas tajante, decidí pedir unos días de vacaciones en la empresa y me dedique a investigar las 24 horas del día.

Era sábado por la mañana, yo llevaba toda la noche haciendo guardia en mi vehículo, el frío era soportable, y mi moto no era demasiado cómoda que digamos, pero yo era un tipo con las ideas muy definidas y ese reto estaba decidido a llevarlo hasta el fin.

Después de una sinuosa carretera por la cual transitamos unas dos horas, por fin paro su gran todo terreno.

Cuidadosamente aparque mi moto a una cierta distancia, y la seguí tras el cercado de una valla desvencijada.

Después de caminar unos veinte minutos por un camino lleno de barro, mis mocasines parecían las albarcas de un campesino del norte, ella se paro en un recodo del camino, y con total y absoluta tranquilidad se puso a ordeñar una vaca en mitad de aquel prado.

En cuanto acabo de llenar una especie de cantina que llevaba alojada en una especie de bolsa, retorno por sus pasos y volvió hacia donde tenia aparcado su vehículo.

Con total discreción, mi seguimiento fue impecable, y en ningún momento se dio cuenta de mi astuta maniobra de ocultación.

Al llegar a la ciudad de nuevo, ella entro directamente en su casa, y como mi noche había sido larga, decidí que un café en el bar de enfrente seria una buena decisión para poder mantener mi ardua tarea de vigilancia.

-Buenos días, me pone un café solo por favor

-Perdone usted caballero, pero usted… ¿viene del campo verdad?

-Y eso...como lo sabe usted

-Nada, es que usted me a llenado el bar de “MIERDA DE VACA””, y ese olor se nota, sabe usted.



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