domingo, 29 de enero de 2012







Cuando casi era mejor ahogarse.

Todos esperamos no ahogarnos,  y si por desgracia nos ocurre, que nos vengan a salvar socorristas como los de la foto, pero hace unos cuantos años, casi era peor el remedio que la enfermedad, y había que pensárselo dos veces antes de entrar en el agua si no se era experto nadador.
En 1807 se publicó uno de los primeros manuales de socorrismo para ahogados en el río o en el mar.
A quien había caído en el agua sin saber nadar, y era sacado medio muerto, había que practicarle urgentemente una serie de primeros auxilios. El manual de la época aconsejaba:
 “Rasgar las vestiduras del accidentado y enjugar o secar su cuerpo con franelas. Tenderlo cerca del fuego e introducir aire caliente por su boca mediante una cánula. Al mismo tiempo hay que introducir humo de tabaco por su ano mediante una máquina de fumigar o fuelle, y en caso de que no se dispusiera de tal artilugio, se utilizarían un par de pipas de fumar. (Supongo que por eso casi todos marineros fumarían en pipa).










Cuentan, que en determinadas fechas, si uno se ponía delante del niño llorón podía pactar con el diablo, y éste te podía mirar directamente a los ojos a través de los enrojecidas y llorosa mirada del niño.
Hoy en día todavía quedan muchos de sus cuadros en circulación, y todavía son muchos los que aseguran que en sus hogares suceden hechos extraños. ¿Leyenda urbana? ¿Cuentos de viejas? Para comprobarlo tan solo hay que comprar uno de estos cuadros y colgarlo durante una temporada sobre la cabecera de sus camas. Eso sí… tengan un extintor bajo la almohada.

AQUEL DIA










Aquel día cogio la mochila que pacientemente había preparado el día anterior y se dispuso a comenzar  su viaje, sabía que tardaría horas en alcanzar la costa, esa noche no había luna, y las estrellas apenas asomaban con un  tenue fulgor para marcar el camino que con decisión había  tomado.
Era su primera incursión en ese desconocido camino, pero los viejos mapas encontrados en los cajones de un armario desvencijado que había consultado estaban bien definidos.
En el caminar de la noche escuchaba  los sapos en las cunetas de la carretera, y el destello de los coches con las potentes luces ayudaban a seguir el largo camino hacia su destino, en su mente la imagen de su padre ayudaba a trazar el camino hacia ese lejano mar.
El ruido de una sirena en la bocana del puerto  marco con certeza que el camino había sido el correcto, acelero el paso con ilusiones renovadas y llego a divisar al fondo de la línea del horizonte, la imagen de  un barco azul y rojo que con una imagen imperecedera  amenizaría su visión en el amanecer de ese esplendido día.
El tacto rugoso, áspero, no le era familiar, el envejecimiento prematuro por el continuo desgaste del salitre del mar había dejado las marcas en los amarres de la bocana del puerto, allí sentado, mientras los tímidos primeros rayos de sol entibiaban su piel, esperaba la llegada de su padre, mientras el fuerte olor a pescado seco se introducía  en su recuerdo para el resto de su vida, jugaba con los restos de un  trasmayu abandonado.
El deseo de ese día era saltar al barco en el que su capitán le regalase  un raro pez en un caldero, y lo estaría mirado hasta la llegada de su padre.
Aquel día había cumplido 8 años, y el mar, traidor, no le concedió mas deseos, de hecho  nunca le concedería nada.
Solo el acibarado recuerdo de un fuerte olor a pescado seco, que se introdujo en su mente como un amargo recuerdo,  para siempre.












sábado, 28 de enero de 2012










Las Musas… ¿Existen?


Hay veces que me siento como el “Capitán Ahab” con su obsesión navegando en su “Pequod” hacia el destino de un camino sin fin. Cruzando los siete mares en compañía de todas las emociones a modo e compañeros de viaje.                                                      
 Este estado obsesivo en busca de ese Leviatán, es equiparable en mí, a la búsqueda de un mito con forma de mujer, que en este caso tiene formas definidas, con  la disparidad de ser una mezcla de mitad real y mitad fantasía.                                                                   
Este hecho no es algo intangible y por lo tanto no es un producto de una  imaginación desbordante., sobre todo porque tiene acento, olor, y  sabor, una especie de conjugación casi onírica, entremezclada con un lirismo que asombra la composición de sus resultados. Los cuales son visionados  en las obras que lo poseedores de las musas crean. 
Sus gestos, aunque parezcan inexistentes, son suficientes para construir un poema y su forma desvaída de mirarte sin verte, hace que construyas canciones con las notas en el aire.                                                                                                                                             Sentirse a su lado es algo natural, tanto que su ausencia es tan dolorosa como la falta de aire puro para respirar, vives sin el, pero el ambiente enrarecido no hace mas que prolongar la agonía de un final envenenado por la falta de oxigeno enriquecido por su lejanía.                                                                                                                             
Todos deberíamos tener una musa. Debería estar legislado, “Nadie sin una musa”; Diría un articulo de la constitución.                                                                                        
Así todos seriamos más felices, entenderíamos mas las emociones y la felicidad seria siempre compartida por tu musa.                                                                                
Creo que votaría por un partido político que incluyese a las musas como bien social.                              
Las cosas cambian, la vida sigue su curso, envejecemos, pero la idea de tener una es como algo imperecedero, intangible algunas veces, y otras, tan palpable que sientes su respiración en tu nunca, en tu espalda y cuando te giras para vislumbrarla, solo ves la sombra de ti mismo.                                                                                                                          
                             Ellas, como los números Áureos, son como una divina proporción.





jueves, 19 de enero de 2012




Un día el pensador pensaba
El pensamiento le dominaba
Que faltaban horas contadas
Para la ansiada  fecha fijada









Y  al pensar  en la posibilidad
De dar luz al claro oscuro
Acelero su pensamiento
Y aplico el color a su cielo
Iluminando  el firmamento
Con  la luz de un nacimiento











martes, 17 de enero de 2012








El mañana es…hoy
QUIJOTA








Si  hoy lo ves oscuro…mañana será más nítido






lunes, 16 de enero de 2012







TOCANDO  EL  CIELO  CON  SUS  MANOS

sábado, 7 de enero de 2012







SEMPITERNOS


Martintxu Garcilomendia escribía todas las noches una carta que religiosamente la borraba por las mañanas, era una especie de Penélope en masculino que tejía y destejía las letras para ganar tiempo por las noches y pederlo al alba,
Martintxu Garcilomendia por las noches era un poeta que se escondía entre las sombras de sus letras, mientras que  por el día era una bruma que se esfumaba entre las palabras sin sombra.
Hipotecaba sus letras al filo de un poema cada noche, y como un banco en declive de inversiones desinvertía por las mañanas
En su mente de poeta decadente resonaban las formas de  Rimbaus cuando decía  que un poeta debía  de hacerse vidente por medio de un largo, inmenso y racional desarreglo de todos los sentidos. Y de una manera enfermiza cada mañana se convertía en Ulises al principio de su travesía,  para luego reconvertise en Penélope al final del día.
Un día como la paloma de Alberti, creyó que el mar era el cielo, que la noche la mañana y encontró la forma de entrar en el mundo  vulnerable  de su alma descarnada
Para Martintxu Garcilomendia apartir de ese día la noche fue un poema sin final en la mañana, su tarde, primavera, y el  resto, perpetuo, sempiterno,  fue la esencia de un alma Victoriana.






viernes, 6 de enero de 2012

miércoles, 4 de enero de 2012

EL AÑO PERDIDO



EL AÑO PERDIDO

Un año sin expectativas seria un año sin frustraciones; pensó Valerio Pinto Segundo.
En su  prosaica argumentación el inquilino de la mente privilegiada desarrollo una tesis de una sola frase;
Un año sin expectativas seria un año sin frustraciones
Si no se espera nada, todo lo que venga será sorpresa, y así el nada ira cogiendo forma para que al final del ejercicio de 366 días de este año bisiesto, componer una canción de cuna sin expectativas aparentes será una oda a la no frustración.
Con esa revolucionaria idea Valerio Pinto segundo se acostó feliz y contento.
Esa noche soñó que estaba en la parada de un autobús que no llegaba nunca, mirando la hora de un reloj que no marcaba ninguna hora, leyendo algo que no entendía, sin saber si era invierno o verano, en ese sueño las caras de los transeúntes eran totalmente desconocidas, desconocidas e impertérritas, sin emociones gesticulares, todo era anodino.
Valerio pinto Segundo se despertó una mañana a las diez y tres minutos, ese día se dio cuenta de que se había dormido, quizás el despertador le había fallado, o a lo mejor el sueño fue tan profundo, que este, le hizo no oír el canto del gallo del amanecer en forma de noticias radiofónicas, lo mas extraño del caso es que de una manera insistente el locutor del programa  de radio no hacia mas que lanzar alegorías al fin de ese 2012, mientras su calendario marcaba un diciembre acelerado su teléfono rebosaba de mensajes concluyentes.
Dormido o despierto, soñando o dilucidando estados confusos, algo no encajaba en todo y se volvió a despertar de su segundo sueño.
Con la tercera clarividencia Valerio Pinto Segundo pensó que otro año sin expectativas seria un año perdido y decidió vivir el presente, eso si, un presente pluscuamperfecto. Irreverente e irreconciliable con los sueños arguméntales.