Las Musas… ¿Existen?
Hay veces que me siento como el “Capitán Ahab” con su
obsesión navegando en su “Pequod” hacia el destino de un camino sin fin. Cruzando
los siete mares en compañía de todas las emociones a modo e compañeros de
viaje.
Este estado obsesivo
en busca de ese Leviatán, es equiparable en mí, a la búsqueda de un mito con
forma de mujer, que en este caso tiene formas definidas, con la
disparidad de ser una mezcla de mitad real y mitad fantasía.
Este hecho no es algo intangible y por lo tanto no es un
producto de una imaginación desbordante., sobre todo porque tiene acento,
olor, y sabor, una especie de conjugación casi onírica, entremezclada con
un lirismo que asombra la composición de sus resultados. Los cuales son
visionados en las obras que lo poseedores de las musas crean.
Sus gestos,
aunque parezcan inexistentes, son suficientes para construir un poema y su
forma desvaída de mirarte sin verte, hace que construyas canciones con las
notas en el aire.
Sentirse a su lado es
algo natural, tanto que su ausencia es tan dolorosa como la falta de aire puro
para respirar, vives sin el, pero el ambiente enrarecido no hace mas que
prolongar la agonía de un final envenenado por la falta de oxigeno enriquecido
por su lejanía.
Todos
deberíamos tener una musa. Debería estar legislado, “Nadie sin una musa”; Diría
un articulo de la constitución.
Así todos seriamos más felices, entenderíamos mas las
emociones y la felicidad seria siempre compartida por tu musa.
Creo que votaría por un partido político que incluyese a las
musas como bien social.
Las cosas cambian, la vida sigue su curso, envejecemos, pero
la idea de tener una es como algo imperecedero, intangible algunas veces, y
otras, tan palpable que sientes su respiración en tu nunca, en tu espalda y
cuando te giras para vislumbrarla, solo ves la sombra de ti mismo.
Ellas, como los números Áureos, son como una divina proporción.
Ellas, como los números Áureos, son como una divina proporción.
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