sábado, 12 de febrero de 2011

CAPITULO UNO


Cuando le tocaba turno de noche el carácter se le hacia mas irascible, esa mañana al llegar a casa deposito como hacia habitualmente las llaves del coche encima de la cómoda de la entrada, lentamente se dirigió por el largo pasillo hacia la habitación mientras se iba despojando de toda su ropa, al llegar a la entrada de la estancia solo le quedaba un bonito conjunto de braguita y sujetador con aires de camuflaje que tan bien delimitaba su bella figura, al desprenderse del sujetador y querer depositarlo encima de la cama ,se la encontró ligeramente desordenada, encima de un edredón de un color claro, destacando estaba ligeramente revuelta, algo arremolinada, una camisa de hombre de una gruesa tela de cuadros, en ese momento el estomago se convirtió en una olla a presión, y como efecto chimenea la cocción de esa caldera, de una manera instantánea, le calentó todo el cuerpo de abajo hacia arriba, hasta conseguir que la piel de la cara se le sonrojase por efecto de la ira que pareció explotar sin ningún tipo de freno, al momento se le escapo una amenaza en forma de frase lacerante

-! Desde luego esta chica ¡, ¡ni siquiera a respetado mi cama¡, ¡ esta se va a enterar ¡

-Se dijo en un semitono de furia, y de un manotazo volteo la camisa por los aires con intención después de entrar en tromba en la habitación de la ofendedora para ponerle las cosas bien delimitadas, pero con lo que no contaba ella, era que dentro de esa camisa había un pesado objeto que cuando lanzo el manotazo el dolor al impactar su mano con el elemento extraño, le hizo lanzar una maldición al estilo mas salvaje.

-¡Hostias¡-¡Joder¡ que daño me he echo con esta “mierda” de objeto.

- Mascullo con el acompañamiento del mal talante que tenia esa mañana con el cúmulo de negativas circunstancias que la estaban pasando.

El indefinido objeto fue lanzado debajo del armario de la habitación, y con el aceleramiento de su acentuado cabreo se lanzo de rodillas para recogerlo y así poder averiguar lo que había producido ese intenso dolor en su mano diestra,

Allí, en el fondo del suelo, debajo del armario se encontraba un libro, lo recogió con cierta indiferencia, y al depositarlo encima de la cama con un cierto genio, la primera hoja se quedo al descubierto, y a modo de prologo se dio cuenta que alguien había escrito algo de puño y letra.

Estaba vestida con una simple braguita, y la curiosidad le pudo y empezó a leer desde una cierta distancia, a modo de desdén e indiferencia,

Para quien lo lea;

” No crezcas nunca, perderás la inocencia, y si lo haces, que sea con tus propias sombras”

La frase era tan pulcra como pulcras eran las letras de esa especie de prologo, esa corta sinopsis atrajo ligeramente su atención, pero con el mal humor que arrastraba ese día decidió cerrar con cierto respeto y suavidad el libro. Al voltearlo lentamente se dio cuenta de que no tenia ningún tipo de titulo, la encuadernación de piel antigua le produjo una especie de nerviosismo cuando sintió su tacto con las yemas de sus dedos, y aceleradamente empezó a pasar la primera pagina, y entonces fue cuando le vino la sorpresa, en ese momento ya no se acordaba de la ira, el cabreo se diluyo en un instante y se dio cuenta, que eso no era un libro, era un “Manuscrito”, todas las hojas estaban pulcramente escritas a mano.

Ella, estaba allí, y desnuda se arrodillo en la gruesa alfombra de la habitación, y arranco sin miramiento el edredón que estaba encima de la cama y lo enrollo por todo su cuerpo dejando los dos brazos al descubierto, empezó a leer…





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