sábado, 10 de diciembre de 2011


Y las…y diez y las menos diez

Ya pasa más de una hora de las dos y diez y aquí me encuentro persiguiendo las gotas de lluvia que jalean mis pasos con la estrella polar al revés, alguien golpeo mi labio inferior y hoy no puedo besar porque me duele el daño de recibir sin dar.Si alguna vez pudiera comprender un corazón tardío, ni una sola palabra habría en mí para dar más besos al alba con este labio dolorido

Vaya, ¿ que ruido es ese ?, es un silencio remarcado, es el rey del “pop”de esta noche de divas oscuras, es el camión de la basura que hace acto de presencia, acude puntual como un fiel reflejo para la recoger la esencia de un despojo.

Ya son la cuatro y diez y la corta noche no derrocha ni un gramo de luz, solo veo un cielo azul oscuro casi negro alumbrado tenuemente por farolas descaradas mientras navego en las olas de una voz que no escucho, solo retumba en mis oídos los silenciosos ecos de una voz silenciada por un sueño que hoy tendría que estar encadenado, prohibido y humillado por una noche desvelada por las palabras envenenadas que se lanzaron contra mi.

Despacio, lenta y armoniosamente como un piano de teclas en blanco y negro, el teclado de mi ordenador a través de mis manos, compone notas de letras convirtiéndolas en pujantes herramientas, para taladrar rocosas emociones y convertir los sedimentos de estos posos olvidados en formas envolventes, que armonicen las formas de este corazón quebrado.

Mientras saboreo la sangre de mi labio inferior me regalo el amargo sabor de un zumo recalentado por mis manos, y así, lentamente, con meigas, brujas y sorguiñas montadas en este corcel desbocado, busco azarosamente el camino para llegar al final de esta noche de sangre en mis labios

.Se que no faltan razones, pero estas no importan porque son mas las devociones que las dudosas acciones de un gesto de tristeza, mi corazón en forma de guarida recuerda esa canción; cuenta que le pida a la luna que alumbre tu vida que la mía ya hace tiempo que ya esta encendida.

Octubre, noviembre, diciembre…que más da el mes, que importa el otoño en esta noche tardía, si el sabor de esta sangre de mi labio inferior solo produce amargor cuando trago saliva.

Miro de reojo el reloj, como con miedo, pensando que el tiempo no camina a favor y me doy cuenta que ya han pasado esas dolorosas cuatro y diez para convertirse de una manera sospechosa en las cinco y diez, esta noche va todo de diez, mucha emoción mucho nivel, muy alto el listón al quedar a esta altura tal devoción.

Mientras se desvanecen las sombras de esta noche, camino despacio por los rayos de luz de esta luna traidora en los tiempos de este reloj de peligrosas arenas, esperando impaciente a que den las siete y diez para ver amanecer, y poderme ir a dormir y despegarme de esta noche de..”Y diez” y “meno diez.”





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