sábado, 18 de septiembre de 2010

UN TIPO NORMAL

Apolonio Trapote era un tipo normal

El ambiente familiar fue muy enriquecedor para la infancia de Apolonio, su madre estuvo dedicada desde siempre al arte floral, tenia una tienda de barrio dedicada a las flores, era una profesional muy reconocida por su gran especialidad en hacer coronas para los difuntos, su fama se extendió y casi todos los días había un muerto que recordar, o un vivo con remordimientos que los calmaba con flores de sentimiento.

Su padre era un reconocido músico de la orquesta de su ciudad, tocaba varios instrumentos, pero en realidad su especialidad era el violín, gran parte de sus días se pasaba practicando las notas de sus interminables partituras.

El padre de Apolunio se hizo con una cierta fama en los ambientes eclesiásticos, en sus ratos libres armonizaba bodas y funerales en las capillas de las iglesias para aportar algo de dinero a la economía familiar.

En ese ambiente tan demoledor, entre flores de difuntos y notas de violín paso la tierna infancia de Apolonio, sus recuerdos entre aromas de notas y sonidos de las flores se entrecruzaban con los juegos de los compañeros de colegio.

La adolescencia le llego de sopetón, pero su esmerada educación no consintió en el, ningún tipo de rebeldía, la dulzura que sus padres le transmitieron desde su infancia hicieron de el un hombre tranquilo.

Su madre preocupada por su futuro, como casi todas las madres responsables, le recomendó para un trabajo de ambiente, la funeraria que lo contrato como aprendiz era una empresa seria y responsable, eran cinco generaciones las que les daban prestigio, cinco generaciones de abnegados a su profesión, y el negocio no parecía decaer, cada vez era mas costoso morirse y las crisis en este ambiente siempre pasaban de largo, porque en los últimos momentos de la vida de uno, siempre había que recopilar algo para ese ultimo adiós, y ese adiós siempre era muy costoso.

Los principios en su trabajo fueron sorprendentes para el joven aprendiz, aprendió todos los entresijos de la profesión;

Como conseguir difuntos, como trasegar con cierta astucia a los clientes para que invirtiesen en el mejor ataúd, la caoba y el roble eran los más demandados, y claro la imagen de un último adiós era importante de cara a la galería del ultimo suspiro.

Pero a el lo que mas le gustaba era ver como maquillaban a los difuntos, la magia de las pinturas en la cara de un difunto hizo de el un deseoso de aprender las secretas técnicas de ese peculiar profesión.

En su afán de aprendizaje se apunto a un cursillo de maquillaje, se esmero con ahínco en aprender las últimas técnicas venidas de Hollywood para dar más vistosidad y sentido de luminosidad a las pieles muertas.

Aprendió dibujo en una academia del centro de la ciudad, y combinado las técnicas de dibujo con la maestría de las sombras y los colores, se hizo un afamado profesional en el ambiente, su adolescencia pasó entre congresos de empresas mortuorias, cursillos de maquillaje para personajes de rigor mortis, aromas de ciertas flores y notas interminables de un incansable violín.

Entremezclando botellas y biberones, paso la infancia la novia de Apolonio, su padre, un bebedor empedernido, aficiono al detalle de las bebidas baratas la mas tierna infancia de la joven, bella, pero con una afición desmedida a la bebida, envolvía las tardes de Apolonio entre sabanas blancas y las negras botellas .

La adolescencia es lo que tiene, el placer se entremezcla con el beber, y el beber se diluye con el placer de amar y beber a la vez.

Todo parecía encajar con cierta naturalidad,

Era un hombre respetado en su profesión, en su barrio y por supuesto en su familia, por eso la gente de su comunidad se sorprendió cuando un día la policía llamo a la puerta de su casa para detenerle, esposado como un vulgar criminal salio por la puerta de ese portal atestado de gente, las luces de los coches de la policía adornaban como si de una fiesta morbosa se tratase la imagen de Apolonio Trapote.

La vecina del tercero comentaba a la del cuarto;

-Tiene que haber un error, ese chico es buena gente, recuerdo cuando se murió mi madre el pasado año, hizo un trabajo fantástico, parecía que estaba sonriendo y contenta en su ultimo reposo, un hombre con esa sensibilidad no puede hacer nada malo.

- respondió la vecina de enfrente, a mi hija le maquillo el día de su boda, y en las fotos todo el mundo comentaba que quien había sido el profesional que había hecho un trabajo tan bueno.

Los comentarios de… “-esto seguro que estaba siendo un error-“eran generalizados entre todos los espectadores al evento de la detención de Apolunio Trapote.

Lo único extraño de todo esto, era el hecho de que cuando la policía llamo a la puerta de Apolunio, él. No pareció sorprenderse, parecía que les estaba esperando.

Cuando la policía le estaba leyendo sus derechos, de sus labios solo salio una frase;

Les estaba esperando, ya estaba –Harto- de ser un tipo normal.



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