sábado, 13 de octubre de 2012

EL VIAJE





Se introdujo la mano en el bolsillo y apenas le quedaban unas rupias para invertir en el día de hoy, su presupuesto lo seguía a rajatabla. Desde que organizo su viaje hace mas de nueve meses, en su organigrama del día a día se había marcado varias metas, y una de ella era un límite de gastos diarios en su viaje por las sendas del techo del mundo.
Aquel menú iba a ser su único alimento, este tenia que ser escueto, sabroso y con el suficiente aporte para mantenerla alimentada, ya que esa comida iba a ser su único aporte en todo el día. La  elección de la dieta de ese día se componía por unos “Momos Tibetanos”, una especie de bolas de harina rellenas de carne y como acompañamiento  un “Sirhany ”, un cremoso yogurt elaborado con canela y cardamomo que ya había probado con anterioridad en los días pasados y le encantaba. Eso y el fuerte sabor del queso de Yak, del cual hoy no se podía permitir, porque las rupias nepalíes de su bolsillo se lo impedían.
En esa época del año se oculta el sol con cierta celeridad  y estas sombras envolvían el barrio de Thamel donde se encontraba, dándole un aspecto de lugar intemporal.
 La amalgama de restaurantes donde se decidió a comer, se entremezclaba con la amalgama de culturas que le daban un ambiente de cierto populismo ciudadano.
 Los hinduistas, los budistas, los cultos chamanicos eran como argamasa de la edificación de esa mancomunidad de formas actuales,  las cuales mantenían en equilibrio  las formas equidistantes de esa parte de la ciudad de Kartmandú.
El día anterior había regresado de la ciudad mejor conservada del país. Bhaktapur le había encandilado, la plaza Dubar, centro de la ciudad  estaba franqueada con templos dorados, leones de aspecto imponente y figuras con decenas de imágenes de escenas eróticas que en algún momento  le habían despertado los instintos de hembra que llevaba dentro, los cuales sabiendo que no eran posible transmutarse,   tubo que apagar con las frías aguas de un manantial de la cercanas cordilleras del Himalaya.
En dos días el destino de sus pasos le marcaría  la ruta hacia “Pokhara”, una población a unos 200 Km. de Katmandú, los cuales tenia previsto acometer en autobús de línea regular, las ocho horas de recorrido le darían tiempo a recrease con las imágenes de las banderolas al viento, las toscas estatuas de los dioses, y a los búfalos en libertad por los verdes campos de ese majestuoso lugar del mundo.
Pokhara era el punto de partida de innumerables “Trekkings”,  en este paraje la confluencia de tantos aficionados  a las rutas de montaña le daban un aspecto de cierta dosis de occidentalizaion, los porteadores se ofrecían con cierta celeridad a los osados aventureros, y el regateo era una constante para llegar a un entendimiento satisfactorio por amabas partes.
Había trascurrido tres horas de viaje en aquel mini bus hacia su teórico destino, y aquel destartalado vehículo llego al final de su vida, el humo que produjo el incendio del motor era visible a varios kilómetros de distancia, y el viento juguetón creaba formas de figuras en el cielo con el humo del incendio. A duras penas consiguió rescatar su mochila con todas sus pertenencias y esto le reporto una cierta dosis de alegría pensando en la posibilidad de no  haber perdido todo lo que tenia  en ese fatídico percance.
Allí estaba ella, sola, en mitad de un desconocido país,  rellenado su vida de emociones y por compañía una mochila.
Sentada  a la sombra de un árbol se encontraba nuestra aventurera cuando su silencio fue disipado por el armónico caminar de un grupo de monjes con paso decidido.
Al llegar a su altura, como  el mecanismo de un resorte se detuvieron delante de ella, después de observarla durante un  corto periodo de  tiempo le preguntaron  en un tosco ingles si podían ayudarla.  Dada la  situación en la que se encontraba su primera celeridad fue preguntarles si conocían algún lugar en donde pudiera pasar la noche, y los monjes después de reunirse en circulo para conversar en una lengua ininteligible para ella decidieron que si no le importaba, ellos se dirigían a su monasterio que estaba a dos hora de camino de su actual ubicación, y si no tenia inconveniente le podían dejar dormir en el monasterio. Por un momento titubeo en su decisión, pero las perspectivas de quedarse allí sola en mitad de la nada no eran se su agrado y decidió que estar en compañía de unos monjes y dormir esa noche en su monasterio no esta tan mal planteado y al instante se uso en pie se acomodo la mochila y se puso a ritmo detrás del ultimo monje camino de un destino impensable para ella esa misma mañana.
Un destino tan intangible, que ella si saberlo al acometer esa decisión  iba a cambiar su destino de una manera tan increíble  para el resto de su vida.










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