lunes, 1 de octubre de 2012

PROFESIONALIDAD





Recuerdo aquel sueño, en el una heroína me tocaba el hombro  y con  tranquilidad me susurra al oído; Perdone caballero pero tengo que decirle que soy su heroína.
En el sueño la mujer me comenta que toda heroína necesita alguien a quien salvar, y esta noche yo era su recurso nocturno para seguir siendo la protagonista de este sueño.
Yo no sabia si estaba en peligro, tampoco sabía si necesitaba de  alguien como ella. Solo sabia que las heroínas nunca duermen, el Apocalipsis se crea cuando ellas, las heroínas,  se retraen y se ocultan tras los sueños, los superpoderes se extrapolan  al submundo de la somnolencia.
Allí estaba yo esa noche, crucificado como un Mesías hebreo y escuchando las voces en mi oído de una heroína buscando trabajo. La crisis en tiempos presentes han hecho que las poderosas busquen quehaceres en los sueños  de los locos mortales, yo sabia que todo acabaría cuando el sueño terminase, pero ahora me encuentro en medio de la calle, como un vagabundo buscando salir de la indigencia de los sueños y esperando a que la heroína haga bien su trabajo.


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