sábado, 24 de septiembre de 2011

EL RETRASO


EL RETRASO


Recuerdo aquella tarde como se puede recordara a tu primera bici de la infancia ó ha un primer amor.

El café “Maravilla” situado en el bario del mismo nombre, estaba realmente emplazado en un lugar de privilegio, sus clientes mas conocidos provenían del mundo del artisteo, no en vano estaba ubicado frente a un teatro que adquirió el nombre del mimo barrio donde estaba ubicado.

Era… bueno en realidad sigue siendo un establecimiento con carácter, su fachada de estilo antiguo le daba un aire de cierta familiaridad.

Frente a mi, en esquinas diferenciadas se encontraban dos rectangulares y altas mesas, esta altura estaba pensada con la idea de que los parroquianos del bar estuviesen rotando con cierta diligencia , una de ellas, las mas bonita, era de finales de finales del siglo XIX, y otra de principios del siglo XX, este dato lo adquirí cuando escuche a uno de los camareros con cierto aire de displacíencía, comentárselo a un señor gordo, calvo y con aires de importante, que estaba apoyado en la barra con una copa de vino tino en la mano siniestra.

Su decoración daba un ambiente calido al bar, quizás esas antiguas barricas de “Garvey” acompañadas por detalles antiguos, como esa especie de chapa original pintada de grandes dimensiones con la publicidad de una marca ya inexistente en el mercado actual, y que solo los personajes de una cierta edad reconocían con añoranza conseguían el efecto deseado.

El suelo de este local no era menos que peculiar, estaba formado por diferentes mosaicos recuperados de antiguos palacetes, o monasterios antiguos, la fusión de las formas habían creado realmente un lugar ideal para estar tranquilamente tomándose una cerveza acompañada de las típicas tapas que con un gusto culinario acompañaban a todas las consumiciones.

Mientras divagaba en el local elegido por mi cita de una manera muy acertada, se presento una camarera muy sonriente ofreciéndome una carta de las viandas del local, la cual estudie detenidamente, como todavía quedaban mas de dos hora y media en que ella apareciese y ese día no había comido mas que un sándwich ligero, decidí pedir un plato sencillo pero con aires camperos, “Los huevos con gulas sobre cama de patatas” Eran según la amable camarera una opción interesante, porque era una especialidad de la casa y tenían mucha aceptación entre los clientes.

Y allí estaba yo, recreándome del ambiente del bonito local y zampándome un plato estupendo para llegar con energías a la esperada cita.

Ya llevaba tres cervezas un, café, los huevos rotos con gulas y patatas ya estaban en los talones, también me había estudiado como un poseso el periódico del día, la hora exacta de la cita ya había sido superada por mas de cuarenta minutos y ella parecía que estaba entregada en la idea de darme plantón, y cuando llamo a mi puerta la desesperanza de que ella apareciese, pedí la cuenta a la camarera, en el momento justo que iba a pagar, apareció ella con una frase de presentación;

-¿Pero como ya te vas? ¿Me pensabas dar plantón? Todo eso adornado con una sonrisa que por menos era cautivadora.

Me explico que la obra de teatro en la que ella colaborada se había complicado y que sinceramente lamentaba el retraso, y sus explicaciones sinceras y mis tres cervezas ayudaron a corregir la espera. Todo eso mientras apoyaba una gran capeta de dibujos a un lado de la mesa y en los mosaicos del suelo tan original.

Ella era una mujer delgada, ojos vivos y brillantes, con el pelo bien cuidado y un liso que se notaba que no era natural, pero las mechas y la melena le daba una aire de mujer…digamos interesante, en ese momento me pregunte la edad que tendría, era evidente que era algo mayor que yo, pero la naturaleza había sido bondadosa con su belleza natural y eso la daba un aire de misterio que la convertía en una persona realmente interesante.

Su hermosura era al estilo de una poesía, solo con sentirla sabias de su belleza.

Recuerdo aquella tarde como si fuera hoy, solo porque hoy estoy contemplando la sombra de los años, que cada vez es mas alargada, lo cual para mi es una ventaja,

Sobre todo sabiendo que es ella la que llama ahora a mi puerta, y hoy… no llega tarde.



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